Sunday, April 02, 2006

Robert Capa

LA FOTO DEL MILICIANO


A los cuarenta años Robert Capa pisó una mina en Vietnam unos segundos después de haber tomado su última fotografía. Húngaro, nacido en 1913 y muerto en la línea de fuego en 1954, obedecía en la vida legal al nombre de Endre Ernö Friedmann, pero como fotógrafo pasó a la historia con el pseudónimo que adoptó cuando empezaba a cubrir la guerra civil española en 1936.
Su obra fotográfica -un documento histórico invaluable sobre la condición humana, la grandeza de la gente común y corriente, la capacidad de ternura y de conmiseración de la gente, la guerra- nos recuerda la época del periodismo escrito pretelevisivo, unos años en que el lector tenía que imaginar tanto las imágenes del texto como las de la fotografía, en una suerte de intermediación preelectrónica por así decirlo mas literaria.
Judío, Robert Capa tuvo que emigrar a París en 1933 y allí conoció a tres personas cruciales en su vida: David “Chum” Seymour. Henri Cartier-Bresson y Gerda Tarö, la fotógrafa alemana con la que incursionó en España durante los primeros meses de la guerra civil y fue el gran amor de su vida. De esos días es precisamente la foto del miliciano congelado por su cámara en el instante mismo de su muerte súbita el 5 de septiembre de 1936, en el frente de Córdoba, cerca del cerro de Muriano, y que habría de depararle su gloria mayor como fotógrafo.
Después de la derrota republicana, Capa se trasladó a Nueva York y de allí la revista Life lo mandó a fotografiar el desembarco de Normandía del que han quedado sus célebres instantáneas fuera de foco de Omaha Beach. Entre una contienda y otra se dio una vuelta por México, el 7 de julio de 1940, y retrató a un manifestante almazanista asesinado por la policía. También sobreviven en sus negativos los movimientos políticos callejeros de París de los años 30, los bombardeos de Bilbao, el adiós a las brigadas internacionales en Barcelona en 1938, los soldados de la China de 1938, las tropas aliadas en Troina y Monreale, Sicilia, en 1943, la algarabía de la liberación de París en 1944, y por supuesto las primeras escenas de Vietnam quince días después de la derrota de los franceses en Dienbienphu.
Al volver a Nueva York en 1947 fundó la primera agencia fotográfica de la historia, Magnum, junto con David Seymour y Cartier-Bresson, tomando el nombre de la botella de champaña con la que siempre celebraban.
Capa fue el primero en llevar al campo de batalla la Leica de 35 milímetros que ya estaba en el mercado desde los años 20 y con ella estampó la que tal vez es la más importante y más controvertida foto en la historia de la guerra porque hubo alguien, el periodista británico D’Dowd Gallagher, que puso en entredicho su autenticidad.
En efecto, a mediados de los años 70 Gallagher declaró que Capa había estado con él en un hotel de Barcelona el día en que supuestamente tomó la foto del miliciano. A partir de entonces corrió asimismo la especie de que Capa había hecho posar al miliciano republicano y se enrareció su hasta entonces indiscutido prestigio. Sin embargo, mientras conducía una serie de entrevistas para su biografía sobre Capa el periodista norteamericano Richard Whelan demostró no sólo que el viejo reportero inglés se había confundido sino que el miliciano había sido inequívocamente un muchacho de 24 años del pueblo de Alcoy, cerca de Alicante, y que se llamaba Federico Borrel García.
Más tarde, el biógrafo comprobó en los archivos del gobierno español que Borrel García había muerto en el frente de Cerro Muriano, al norte de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936 y la controversia se saldó en favor de Capa.
A mayor abundamiento, un paisano de Federico Borrel García, Mario Brotóns Jorda, reconoció que el hombre de la fotografía pertenecía al regimiento de Alcoy porque las cartucheras del muerto eran únicas, pues habían sido diseñadas y confeccionados por los talabarteros del pueblo con su propio estilo y no las usaban otros combatientes de la República. Además, Brotóns estableció en los archivos de Salamanca y Madrid que sólo un miembro de la milicia de Alcoy había muerto en el frente de Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936: Federico Borrel García.
Y no sólo eso: Brotóns le mostró la fotografía de Capa al hermano menor de Federico, Evaristo, y éste confirmó que todas las circunstancias de tiempo y lugar coincidían y que indudablemente el miliciano inmortalizado era su hermano.

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